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PQC

EL ALGORITMO LEPERIANO

POSTED BY Garcerán Rojas 16 de July de 2018

Estamos en una época salpicada de curiosos alardes, en la que, según parece, si no eres una suerte de Sheldon Cooper no eres nadie.

Esta mañana, he recibido en mi correo un mensaje de LinkedIn en el que se me anuncia que mi próxima oportunidad laboral está en esa red social y que hay… 

 - Vacantes para profesionales como tú, con el cargo de «Presidente y Fundador» - 

… para continuar afirmando que:

 - 1.038 vacantes de “Presidente y Fundador” se han cubierto recientemente en LinkedIn - 

Sabíamos que, a nivel mundial, hay un cierto problema de liderazgo. Es más, estamos ante la refundación de ciertos partidos políticos con nombramiento de nuevo presidente, pero se me hace muy cuesta arriba asumir que 1.038 empresas solicitan alguien que las refunde y presida.

Esta propuesta, que agradezco, me ha recordado la importancia de los algoritmos a la hora de filtrar, ordenar y dirigir una, cada día más asombrosa, cantidad de datos que se generan.

Ello coincide, además, con una época salpicada de curiosos alardes, en la que, según parece, si no eres una suerte de Sheldon Cooper, no eres nadie, pues a veces se oyen cosas que a uno le ponen los pelos (escasos ya) de punta.

Hace poco, y a cuenta de todo esto del Big Data y del IoT, oí una expresión que me dejó turulato. Un supuesto experto en materias varias, de esos que “expertean” por ahí, lanzó una serie de andanadas de sabiduría, llenándosele la boca de alusiones a los algoritmos que forman la base de toda la analítica que debe acompañar el proceso mediante el que convertir un tsunami de datos en información útil. Hasta ahí, ni tan mal.

Sin embargo, cuando el hombre comprobó cómo los asistentes asentían continuamente, se vino arriba, la sala se le fue haciendo más pequeña por momentos y, como quien dice “ahí va el Ebro”, comenzó a transitar por cada vez más tenebrosos berenjenales. Pero el clímax de la intervención aún estaba por llegar, y sucedió a modo de corolario, cuando el ponente en cuestión dio por terminada su intervención con el siguiente colofón:

“Aunque, como sabéis, existen diversos modelos de algoritmo, a mí, que soy un clásico, me gusta, por encima de todos los demás, el de toda la vida, el neperiano”.

John Napier, barón de Merchiston, también conocido por Neper, fue un matemático escocés que, entre otras cosas, trabajó en las primeras definiciones de los logaritmos, es decir, la operación inversa a la potenciación y, en su caso, utilizando como base un número irracional, el número “e”. Lo que creo que nunca llego a imaginar el bueno de Neper, a caballo entre los siglos XVI y XVII, es que se le iban a otorgar derechos de autor, no sólo a sus amados logaritmos sino también a unos futuros algoritmos que, ni siquiera los más enfervorecidos seguidores de la ciencia ficción del momento, hubiesen podido concebir.

Sin embargo, resulta curioso comprobar cómo, una vez más, no podemos afirmar rotundamente nada de lo que pueda tener que ver con la ciencia o la evolución. Efectivamente, sostener que no existe el algoritmo neperiano parece obvio, pero ¡hete aquí!, que lo que sí existe, y vaya si existe, es una modalidad muy próxima. Se trata del algoritmo que ha tenido que conducir a LinkedIn a realizarme esta propuesta matutina.

Y es que, sin querer ni esperarlo, me he encontrado con el auténtico y genuino ALGORITMO LEPERIANO*, figura que tiene muy poco que ver con el amigo John Napier, pero gran conexión con la irracionalidad en la base de sus logaritmos.

Como primera tarea tengo que, recordar que no debo confundir el logaritmo neperiano con el algoritmo leperiano y, como segunda, no darle más espacio a la posibilidad de postularme por esos vientos como presidente-fundador, aunque dada la situación, quizá pueda hacer una excepción con la empresa que realiza la segmentación y filtraje de datos para LinkedIn. En este caso, me ofreceré para tal desempeño, eso sí, en los ratos libres que me permita PQC.

*Para los no familiarizados con ello, Lepe es un precioso pueblo de la provincia de Huelva para el que existe un cierto estereotipo de comportamiento llamémosle “especial” en sus lugareños (leperos). De hecho, y aunque no exista relación alguna con la realidad, en España han sido muy típicos los chistes de leperos, normalmente asociados a actitudes, digamos, poco inteligentes

Garcerán Rojas