Política de Cookies
Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar tu accesibilidad, personalizar y analizar tu navegación. Al continuar navegando consideramos que aceptas su instalación. Puedes cambiar la configuración u obtener más información en nuestra
(+ info)

Aceptar

PQC

Evangelista y agnóstico

POSTED BY Garcerán Rojas 04 de February de 2020

Hace tiempo que vengo observando la evolución que están experimentando las denominaciones de los cargos que van adornando los pies de firma y las, cada vez más inusuales, tarjetas de visita, tanto en nuestro sector de los data centers como en otros en cuyo espejo podemos tener la tentación de mirarnos de vez en cuando.

Por otro lado, también resulta un foco para mi interés, el uso que se está dando a determinadas palabras en aplicaciones que se alejan bastante de su significado original y que, en muchas ocasiones, pueden tener que ver con esa ola de anglicismos que nos lleva invadiendo ya décadas y que, cada vez, me saca más y más de quicio (recientemente estuve en un congreso nacional de marketing donde, por si no hubiésemos tenido suficiente por la mañana, en la primera sesión de la tarde, esa que te agarra en plena digestión, el ponente de turno no expresó “en cristiano” ni uno sólo de los primeros veinte conceptos que propuso, lo cual me provocó un ataque, a medias entre la caspa y la urticaria, que me hizo abandonar inmediatamente el poblado).

Pero volvamos al asunto de los titulitos. Ahora, por lo visto, hay que someterse sin rechistar a la tiranía de una evolución continua e infinita, y voy a tomar como ejemplo el, como Dios manda y de sobra conocido, “Departamento de Personal” de las empresas de toda la vida. Hace ya tiempo pasó a ser poco menos que imprescindible denominarlo como “Recursos Humanos”, término que duró relativamente poco ya que se vio arrastrado por la imparable irrupción del concepto “Capital Humano”. Pues bien, ahora va y resulta que lo fetén es volver de nuevo al protagonismo de las personas, pero en una versión más progre. O sea, “gente” y hacerlo, además, en inglés. Ni Departamento, ni Recursos, ni Capital, sencillamente “People”.

En estos años, las empresas se han llenado de CEOs, CIOs, CFOs, CTOs, etc., lo cual se nos ha ido inoculando progresivamente, estando ya la dosis cercana a los niveles considerados como peligrosos por la OMS, pero lo más “cool” ahora es disponer de CPO (Chief People Officer).

Sin embargo, lo más evolutivo, de verdad, de lo que he visto en estos tiempos, es la entrada en las organizaciones más punteras del término “Evangelista”, es decir, aquel miembro del equipo encargado de evangelizar a su mercado o, en términos más acordes con esa tendencia actual a decirlo todo muy clarito: “el constructor de engagement para la marca”. ¡Toma ya!

Así, y siguiendo la estela de los Apple, Google, etc., los distintos sectores se empiezan a poblar con CTEs (Technical Evangelist), CDEs (Digital Evangelist), etc., y toda suerte de derivados al uso.

Y yo aquí, realizando una función equivalente sin enterarme y, lo que es más curioso, sin darme ninguna importancia tras conocer mi auténtica identidad.

En otro orden de cosas, y saltando al mundo de la utilización de ciertas palabras en terrenos distintos del de su origen, hay una en concreto que me tiene atrapado en un sinvivir desde hace tiempo y no es otra que el uso del término “agnosticismo” como sinónimo de independencia.

Para mí, un agnóstico sigue, y seguirá siendo, alguien que se declara incapaz de afirmar si Dios existe o no, es decir, como una especie de votante en blanco que, en esta suerte de urna, acompaña a los síes de los creyentes y a los noes de los ateos. Sin embargo, y sobre todo en la región de Latam, se aplica el término agnóstico a quien se encuentra libre de cualquier relación con marcas y fabricantes mientras que, en el sector TI, también se utiliza cuando alguien quiere asegurar que su plataforma, software o lo que sea, puede funcionar normalmente con cualquier sistema operativo.

Pues bien, cruzando los dos planteamientos anteriormente expuestos, hace bien poco hemos tenido la oportunidad de leer en una conocida revista del sector, una entrevista con alguien que se presentaba como Chief Technical Evangelist de un producto agnóstico.

Y es ahí donde yo quería acabar: como París bien vale una misa, aceptemos, aunque sea a regañadientes, identificar a un agnóstico entre los especímenes citados, es decir, hagamos nuestro el trágala de reconocer en un pulpo a un animal de compañía. Pero lo que no estoy dispuesto a tolerar es que alguien se presente a la vez como Evangelista y Agnóstico. Eso sí que no.

A ver si nos aclaramos un poco.

¡HASTA AHÍ PODÍAMOS LLEGAR! 

Garcerán Rojas