Política de Cookies
Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar tu accesibilidad, personalizar y analizar tu navegación. Al continuar navegando consideramos que aceptas su instalación. Puedes cambiar la configuración u obtener más información en nuestra
(+ info)

Aceptar

PQC

Evolución de los criterios aplicados al Continuous Cooling

POSTED BY Garcerán Rojas 17 de September de 2021

Desde hace ya unos cuantos años, y en la medida en que los equipos IT y por ello los entornos del tipo data center, han ido creciendo en densidad de potencia, surgió la necesidad de asegurar las pérdidas de suministro.

Una necesidad que generó la búsqueda de una solución para que, esas pérdidas de suministro que ocasionaban paradas en los sistemas de climatización, no afectasen a las condiciones térmicas de las salas o, al menos, no lo hiciesen de forma que los equipos pudiesen entrar en condición de alarma y posterior desconexión.

Muchos y muy variados fueron los estudios publicados sobre este tema y muy diversas las medidas que se tomaron para salvar ese escollo, siendo una actuación muy típica de aquellos tiempos la de “colgar” los ventiladores de las unidades de aire directamente de UPS con lo que, al menos, se garantizaba la continuidad en el movimiento del aire lo que, unido a la inercia del propio sistema, aportaba un escaso gradiente inicial en el crecimiento de las temperaturas.

En esa misma línea, el mayor exponente en cuanto a los sistemas para garantizar la continuidad en la distribución de frío, es decir el “continuous cooling” (en adelante CC), lo constituyó el método asociado al requerimiento específico para el nivel Tier IV del Uptime Institute.

Al menos desde 2009, que es cuando UI comenzó con los seminarios para acreditar diseñadores (ATD), el criterio era muy claro: se trataba de impedir que durante el periodo en el que dura la alimentación desde UPS a los equipos IT, el centro pudiera caerse por elevación de temperatura, lo cual daba como conclusión que la instalación de clima, o parte de ella, debía ser alimentada desde un UPS con el mismo tiempo de autonomía que los UPSs de la parte IT.

De esta forma, dependiendo de la tecnología que se utilizase, el dimensionamiento de los UPSs, llamémosles “mecánicos”, podía se mayor o menor. Así, cuando la tecnología era de agua enfriada mediante chillers, bastaba con alimentar desde UPS las bombas de secundario y los ventiladores de las unidades de sala, además de dotar al sistema de tanques de inercia. Sin embargo, para su aplicación con sistemas de expansión directa, había que alimentar desde UPS los compresores, con lo cual la potencia de los UPS resultaba más elevada.

Claro que la pregunta inmediata surgía de forma natural, y así se la hice al instructor de aquellos primeros cursos (se trataba de Hank Seader, uno de los históricos de la organización con muchas horas de vuelo). “¿Y qué ocurre si el UPS es del tipo rotativo y, por tanto, el tiempo de autonomía unos pocos segundos?” Su respuesta fue también inmediata: “en ese caso, lo que hay que cubrir es el máximo tiempo de rearme esperado para el sistema de clima tras una pérdida de alimentación”

Y en esas estábamos, siendo varios los proyectos Tier IV en los que hemos participado en los que se han incorporado los tanques de inercia cuando, desde hace unos pocos años, va y resulta que aquellos requerimientos iniciales parece que han pasado a mejor vida.

Y lo cierto es que argumentos no faltaban para deshacer aquellos planteamientos, entre los cuáles me quedo con el hecho de que ¿para qué diablos tengo que llevar el respaldo más allá del máximo tiempo en el que los grupos entran en acción para devolver la alimentación eléctrica al sistema que la ha perdido?

Además, la topología Tier IV contempla la tolerancia a un sólo fallo y sus efectos consecuenciales, que pueden suponer múltiples impactos. Por ello, el disponer de doble rama salvaguarda el suministro al sistema de clima, incluso previo fallo completo de una de ellas.

En cuanto a la equiparación de los tiempos, éstos resultaban, obviamente, mucho más exigentes para el caso de rearme de un sistema de clima sin colgar de UPS que para el caso de una parte IT ya de por sí ininterrumpida.

Por ello, ya desde 2018 existen nuevos criterios en lo que concierne a UI y el CC. ¿Y cómo ha quedado la cosa entonces?

Pues bien, lo primero que hay que mencionar es la actualización de la definición de CC que, ahora, señala que “una solución de CC debe ser capaz de aportar un entorno térmicamente estable durante todo el periodo que se necesite para el rearme del sistema de clima”. Y ello comprende tanto los tiempos de detección de la pérdida de suministro, los de arranque de los sistemas de respaldo, los de activación del sistema automático de transferencia y los propios de la máquina (por ejemplo, el chiller) hasta adquirir sus condiciones nominales de funcionamiento una vez reestablecida su alimentación eléctrica. Dependiendo de las características de la máquina en cuestión, su tiempo propio más el del sistema de respaldo en el suministro pueden alcanzar una buena suma de minutos.

Es decir, UI toma ahora como referencia las condiciones máximas de variación de temperatura y humedad publicadas por ASHRAE en 2017 para definir los requerimientos de tiempo del Continuous Cooling, desligándolo del tiempo de autonomía de los UPS para IT, que es una decisión de la propiedad.

Por ello, existen dos vías de actuación para el CC: 

  • La primera, la de siempre, consistente en dotar a la distribución de frío de los recursos para mantenerse durante esos minutos, y eso para cualquier tipo de tecnología de clima que se utilice.
  •  La segunda, mantener ininterrumpida la producción de frío, pero con unos tiempos de soporte que superen, como mínimo, el máximo tiempo de entrada de suministro eléctrico de respaldo. Es decir, segundos. Muchos o pocos, pero segundos, al fin y al cabo

 En cualquier caso, ahora, el foco se encuentra, no tanto en el sistema empleado para el CC, sino en el cumplimiento de los límites de temperatura considerados por ASHRAE en su publicación más reciente sobre la materia, y no sólo ello, sino también en los gradientes de temperatura que se puedan dar, tanto en el crecimiento tras una pérdida de alimentación, como, quizá en mayor medida, en su decrecimiento cuando se recupera la totalidad de la capacidad frigorífica (ASHRAE limita esta evolución para un data center con cualquier tipo de equipamiento IT, a 5oC en un periodo de 15 minutos).

Esa es la razón por la que, cada vez con mayor frecuencia, se están realizando estudios CFD específicos para regímenes transitorios con la intención de buscar la mínima dotación de recursos CC que cumplan con las premisas ASHRAE.

Tier IV no hay muchos, habiendo participado nosotros en cuatro de ellos ya construidos y, por los tiempos en los que se diseñaron, en ninguno de los casos nos hemos planteado alternativas distintas de las originales. Sin embargo, en los dos que tenemos en fase de diseño, la situación es bien distinta lo que nos está permitiendo acudir a soluciones de otro tipo, quizá menos engorrosas 

Garcerán Rojas