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PQC

Los roles en un Data Center

POSTED BY Garcerán Rojas 16 de May de 2019

La evolución de la sociedad nos está conduciendo a una situación donde la dependencia de los servicios IT está alcanzando un nivel difícil de imaginar hace todavía muy pocos años. Y en el corazón de todo ello se encuentra el, nuestro nunca bien ponderado, Data Center.

El increíble desarrollo de las tecnologías de base que sustentan los servicios IT nos plantea un escenario donde el propio ritmo de miniaturización y progresión en las capacidades individuales se contrapone bruscamente con el aumento de la demanda, creando un espacio de innegable crecimiento que adopta formas de reforma, ampliación o nueva construcción. Son a tener en cuenta los niveles de obsolescencia observados en data centers con una cierta edad y la necesidad de reforzamiento en los niveles de disponibilidad en la medida que el grado de exigencia del negocio se ha incrementado notablemente.

Sin entrar en los detalles asociados a las alternativas citadas, en todo proyecto de data center, sea cual sea su modalidad, se dan unas etapas que, directamente, están relacionadas con los distintos roles asumidos por los profesionales que nos encontramos en el entorno de este sector y, por qué no decirlo, por aquellos otros que han acudido a él en los últimos años provenientes de otros menos dinámicos.

Si analizamos el proceso de forma integral, todo comienza con el estudio detallado del negocio en sí mismo. De la experiencia acumulada por el usuario y de su capacidad para valorar los datos históricos y del mercado o servicio al que va a destinar sus recursos, depende la correcta evaluación de las necesidades. Algo que compete casi de forma exclusiva a él y siendo, por tanto, uno de los pocos aspectos del proceso donde una visión externa difícilmente deriva en un apoyo real, más allá de lo que estudios globales de mercado puedan aportar. En muchas ocasiones, a lo largo de estos años, se nos ha preguntado en las fases primeras de un proyecto, sobre los niveles de crecimiento esperados pero esa pregunta siempre la debe resolver el responsable del negocio. El profesional externo puede aconsejar cómo emprender el camino y cómo continuar en él, pero el destino lo debe marcar el cliente final.

Por tanto, el primer dimensionamiento parte del análisis del negocio y de una estimación a futuro que suele ser uno de los mayores grados de incertidumbre y que mayores desviaciones genera al final del recorrido. Por ello, para garantizar una progresiva consecución de objetivos, aunque sean parciales, las aproximaciones modulares están significando una apuesta en firme para todos aquellos que buscan una optimización de su inversión económica. En lo que respecta al data center en cuanto a su dimensionamiento físico, y una vez que los objetivos IT están definidos, el diseño requiere una aproximación experta a la que añadir el dictamen sobre el nivel de exigencia que, en cuanto a topología o disponibilidad, va a ser requerido.

Hoy en día, a la hora de pedir, todo el mundo quiere un Ferrari, un Aston Martin o similar, aunque no todos tengan los recursos necesarios para comprarlo. Por pedir que no quede. Pero la economía es el principal parámetro en que basar la inversión y existen alternativas muy factibles y otros vehículos que pueden llenar las expectativas del usuario con una inversión más modesta. Se trata de alinear las necesidades del negocio con la economía del mismo y el mercado. Soluciones hay muchas y hay que seleccionar la mejor.

A partir de este punto y con las condiciones específicas que el usuario deba introducir, a modo de OPR, en la coctelera, nacen unas bases de diseño que derivan en un diseño conceptual de mayor o menor alcance (curiosamente se denomina de alto nivel aquél que menos detalles incorpora). Este diseño conceptual es una de las etapas cruciales del proceso y para él se necesita, sobremanera, una aproximación muy experta que tenga en cuenta el cumplimiento integral de los objetivos del cliente y, sobre todo, el no incurrir en los mismos errores en los que muchos otros han caído en los últimos tiempos. El conocimiento del sector y la acumulación de experiencias son un bagaje imprescindible para este viaje.

El nivel de definición requerido para el diseño conceptual es un tema de permanente discusión y que tiene mucha relación con el modelo de contrato que se desea para las siguientes etapas del proyecto. Por ejemplo, si el conceptual presenta un nivel de detalle muy alto, queda poco margen de maniobra para solicitar al responsable del diseño de detalle y, eventualmente, al de la construcción una responsabilidad sobre determinados parámetros del sistema relacionados más con el diseño inicial que con su resolución concreta (por ejemplo, niveles de PUE en operación condicionados por el diseño conceptual)

El diseño de detalle, realizado a partir de un conceptual bien consolidado, es importante que caiga también en manos expertas, aunque no siempre suele ser así. De hecho, es quizá una de las especialidades donde existe un mayor nivel de subcontratación, incluso de unas ingenierías del sector hacia otras más generalistas. También esta parte del proceso puede quedar integrada en los alcances de la constructora, cuando se plantea una solución llave en mano, y con una mayor o menor libertad a la hora de plantear variantes sobre el conceptual de partida.

La construcción es vital, y la adjudicación de esa tarea una decisión de mucho peso en el resultado final. Tanto en el caso de un proyecto nuevo como, en grado superlativo, si se trata de un trabajo sobre una instalación en operación, la capacidad, experiencia y especialización de la empresa seleccionada, o la presencia a su lado de quien pueda aportarle esas condiciones, resultan primordiales. Si no es así, la calidad, el plazo y el precio se verán resentidos, llevando al proyecto hacía unos resultados que multiplicarán por bastantes enteros la diferencia económica que, casi siempre, se encuentra en el origen de la errónea contratación. No sería la primera vez en que es necesario cambiar de constructora en medio de una construcción de data center ya en curso.

En la parte final de la construcción se encuentra otro periodo muy importante que es la realización de las pruebas y ensayos integrados, es decir, el ensayo con orquesta. Independientemente de la realización o no de los niveles anteriores de commissioning, a poder ser por una entidad independiente y sin otros intereses en el proceso, esta época que dura como máximo un par de semanas en los data center de mayor envergadura, resulta algo similar a la popular prueba del algodón de los anuncios de productos de limpieza. Se trata de demostrar que la instalación responde perfectamente ante todas las situaciones adversas que se le plantean y que la topología de diseño cumple perfectamente con los niveles de seguridad y redundancia de los que está dotada. Es este un tiempo que, también, suele emplearse para determinadas pruebas de estrés que es el único momento de la vida de la instalación en la que pueden realizarse con total tranquilidad.

Por último, y una vez finalizados con éxito los ensayos anteriores, se debe encontrar todo dispuesto para comenzar con la incorporación de lo que supone en realidad la base del negocio, es decir, los equipos IT y el comienzo de la actividad. Todo lo anterior no ha sido más que la generación de la infraestructura que soporta el verdadero corazón del data center.

A partir de aquí comienza lo que conocemos como la vida útil del data center y, acompañándola, la operación y el mantenimiento del mismo.

Se ha hablado mucho, y se sigue haciendo, de la importancia de estos conceptos y de cómo su influencia en el éxito final es mucho mayor de lo que todas las actividades anteriores juntas puedan suponer, pero no está de más recordarlo. Lo cierto es que la vida media de un entorno de estas características se está considerando entre 15 y 20 años, y que todos y cada uno de los días que pasan deben encontrar al personal a cargo del centro y a la organización a la que pertenecen en un estado de permanente vigilia y rigor en sus planteamientos. Aquí se da, quizá, una de las más sonadas paradojas del sector y consistente en haber destinado una muy elevada inversión para la construcción de un data center y, aun siendo conscientes de que se trata del corazón del negocio (o quizá no tanto), considerar su operación y el mantenimiento como un gasto en ocasiones reducible.

La sostenibilidad, entendida como la capacidad de la instalación y de sus responsables para garantizar que el servicio que desde allí se presta permanezca inalterable a lo largo del tiempo en los niveles para los que se diseñó y construyó, se erige así en un concepto fundamental, al que también asociar el de eficiencia energética.

Pues bien, para recorrer todo este proceso anteriormente descrito, entran en escena distintos intervinientes que representan otros tantos roles. Definir cuál es el reparto ideal se antoja complicado, dado lo subjetivo del juicio, pero lo que se manifiesta como incuestionable es que, en el peor de los casos, el alto nivel de especialización debe ser una condición irrenunciable.

A partir de ahí, la distribución de funciones ha sido, históricamente, muy dispar en función del nivel y experiencia del usuario y del país del que se trata. Desde la separación completa entre proyecto conceptual, proyecto de detalle, construcción y puesta en marcha y operación hasta la modalidad de llave en mano completa, entendida como end to end, se han dado muy diferentes modalidades en las que han intervenido también tanto el proveedor de servicios IT como los propios fabricantes de equipos de infraestructura electromecánica, notablemente posicionados en ciertos proyectos desde su origen.

En los últimos años se han incorporado al elenco nuevos roles como, por un lado, el commissioning, que ya había demostrado su utilidad en otros sectores, y que se ha quedado entre nosotros ocupando una posición inequívoca y de clara aceptación y, por otro, la consultoría de confianza que acompaña todo el proceso, siendo los ojos del cliente en el mismo y velando por la perfecta conclusión del proceso de diseño y construcción y el buen discurrir del día a día de la vida del data center sin otros intereses distintos de los relativos a su propia condición de consultor independiente.

Como ha quedado citado antes, la forma de combinar las distintas aportaciones puede ser francamente distinta y las opiniones sobre la disposición óptima muy subjetiva y sujeta en muchos casos a intereses de cada parte, pero lo cierto es que existe un parámetro que permite evaluar en su justa medida cuál de las combinaciones es la más deseable. Se trata del coste total de propiedad (TCO), concepto cada vez más arraigado a la hora de valorar un desarrollo de data center pero de difícil obtención, ya que se han de combinar factores asociados tanto al Capex como al Opex y, para ello, disponer de una visión temporal de largo recorrido, algo que hoy en día está al alcance sólo de unos pocos. Intentar demostrar de antemano que una propuesta concreta de asignación de roles es la más idónea para un caso concreto suele topar con un general toque de incredulidad que, para cuando se puede constatar la certeza de las afirmaciones primeras suele resultar en general bastante tarde.

Considerar cada fase por separado suele conducir a pobres resultados y no descubrir a tiempo las conexiones entre unos agentes y otros, algo bastante introducido en el sector, condena al proyecto a un empeoramiento incuestionable del TCO que puede no resultar evidente, pero que, a la postre, lastra notoriamente el proceso.

Cuando en 2009 la gente de Google presentó al mundo sus resultados en materia de PUE, sacaron a la luz un decálogo para su aplicación en el mundo del data center que tenía una máxima sobre las demás. “Piensa en términos de TCO y lo demás vendrá por añadidura”.

Tengo poco que añadir a esa docta opinión, salvo complementarla con ese otro clásico del refranero “zapatero a tus zapatos."

Garcerán Rojas