Vasos comunicantes
Existen numerosas cosas en esta vida que, analizadas de forma individual, tienen un sentido determinado pero que, si se asocian a otras, su significado puede alterarse notoriamente.
Así, por ejemplo, una de las modas que se está haciendo famosa últimamente (ahora se dice que se trata de un asunto viral) es la que están poniendo en práctica numerosos jóvenes y que consiste en darse cabezazos contra el mobiliario urbano, grabar el acto y subirlo a las redes sociales en la búsqueda de un refrendo popular, que cuanto más numeroso, más gusto da. Es decir, que, a mayor porrazo, más difusión y más “likes” que es lo que mola.
Así, de primeras, cualquiera en su sano juicio diría que se trata de una solemne estupidez, pero, para estar alineado con una sociedad actual donde comulgar con ruedas de molino está a la orden del día, deberíamos permanecer abiertos a cualquier explicación que pueda darle, al hecho en sí, un toque racional. Y si encima, lo adaptamos a nuestro sector de los data centers, pues mucho mejor. Así que pongámonos a ello.
En realidad, si uno concede a la acción de abrirse la crisma contra una señal de tráfico el beneficio de la duda, podría encontrase con que ese tipo de acciones tendría muchas probabilidades de estar relacionada con la crisis de talento o, incluso, con las caídas de servicio, tantas veces aludidas ambas.
A ver si va a resultar que mochar reiterada y voluntariamente la base metálica de una farola, lejos de representar una demostración palmaria e incuestionable de la carencia de talento, lo que va a suponer es, simplemente, una manera directa de explotarlo en su sentido más literal o, de una forma algo más rebuscada, un ejercicio natural para abrir una vía directa entre el cerebro y el medio ambiente exterior, dejando así que fluya libremente.
O a ver si descalabrarse a posta contra una marquesina del bus, más que una monumental, pero exitosa en redes, gilipollez, lo que va a significar es un lógico preparativo para el personal que quiera dedicarse a los centros de datos y no haya tenido experiencias anteriores sobre cómo reaccionar ante una caída del servicio ocasionada por error humano. Nada mejor que tener bien probada la resiliencia personal.
O sea que, a ver si al final de todo, lo que apunta hacia la típica memez colectiva pueda ser un ejemplo más de vasos comunicantes, en esta ocasión entre las embestidas y los centros de datos
Y ya, puestos a darle una vuelta más al asunto, lo que me anda inquietando bastante es pensar en que si uno de los más avezados cabeceadores, por ejemplo, el que haya conseguido terminar con la sesera en la mano, hubiese constituido un partido político, habida cuenta de que sus fervientes seguidores son legión, y creciendo, ¿habría tenido, de verdad, la oportunidad de haber conseguido algún asiento en Bruselas?
Si no conocemos ese dato, no somos nadie. Desde luego, e independientemente de si conocen o no la teoría de los vasos comunicantes, los encuestadores, comenzando por el CIS, carecen de originalidad y perspicacia.
Y ahí se la dejo, “votando”.