Sin embargo, la tarde del sábado 19 de octubre comenzó a presentarnos una realidad preocupante con las primeras noticias sobre las protestas conocidas ya como la “revolución de octubre” y que dieron lugar a una declaración de estado de emergencia y los consiguientes toques de queda.

Ya para el día 20, empezaron a llegar noticias sobre primeras víctimas mortales y la ausencia de garantías para poder desarrollar cualquier actividad normal, por lo que hubieron de suspenderse todos los planes previstos.

El paso de las siguientes semanas nos ha deparado una situación donde el trabajo se ha podido continuar, pero en unas condiciones restringidas, habida cuenta, sobre todo, de los problemas de transporte público que han limitado bastante los desplazamientos de los trabajadores a los lugares donde nos encontramos con las obras en curso.

La realidad existente, vista desde fuera, es ciertamente inexplicable ya que Chile es un país bastante estable y, desde muchos sectores de la actividad económica, incluido el nuestro, se le percibe como el estado más occidental de Latinoamérica.

_{Imagen: La Cámara de Diputados de Chile (UPI/Jonathan Mancilla)}

Parece que el detonante fue el incremento de los precios en el Metro de Santiago y que, para cuando el gobierno dio marcha atrás en ese asunto, la orden de empezar a quemarlo todo ya estaba en marcha y “ya que estamos aquí, vamos a tirar para adelante, seguro que, si no es por lo del Metro, encontraremos otras razones para ello”.

Las cosas, vistas desde una perspectiva alejada, suelen incorporar interpretaciones poco contaminadas por el día a día y una primera impresión al recibir las noticias iniciales, fue la de que detrás de todo esto puede existir una mano negra que esté moviendo ciertos hilos (parece que se hubiese puesto de moda, a nivel internacional, la protesta incendiaria contra tu propio país o ciudad con, además, la presencia demostrada de ciertos activistas profesionales en distintos lugares de la geografía mundial).

El caso es que, ya hace unos días he escuchado alguna explicación al origen de los sucesos, bastante verosímil, y que implica a otros países como fuente de unas revueltas que pueden conducir a desviar el foco del suyo propio.

Pero el asunto va poco a poco remitiendo en su intensidad y la normalidad confiamos en que tarde poco en llegar si no lo ha hecho ya. Chile es un gran país, y estamos convencidos que encontrará una salida para un problema del que ninguno estamos libre.

Todo el programa previsto para octubre lo hemos trasladado a la segunda semana de diciembre y, esta vez sí, lo cumpliremos como mejor sepamos hacerlo.

 

Fdo. Garcerán Rojas, Presidente de Power Quality Control S.L