El pobre va siempre dos veces a la tienda
Se trata de un viejo refrán, oído a nuestras abuelas, y que, de forma muy directa, hablaba de las consecuencias de una compra barata.
Tener que pasar otra vez por la tienda. O por defecto, o por vida útil, o directamente por no cubrir las necesidades. El viejo proverbio está más vivo que nunca, y es de aplicación generalizada. También en nuestro mundo del CPD.
Durante los últimos años, y de forma cada día más acentuada, venimos observando una clara tendencia hacia la selección de opciones que suponen la mínima inversión, sin pararse a pensar en la ponderación técnica de las alternativas existentes.
Así, del resultado de este tipo de gestión se derivan frecuentemente
- Selecciones de empresas sin experiencia, cualificación ni especialización en la materia.
- Proveedores elegidos en subastas directas (no sé cuál es peor si la ascendente o la descendente) con un ganador que, en el mejor de los casos (es decir, si la mejor oferta coincide con un proveedor del nivel suficiente), se queda sin margen de maniobra y sin posibilidad de aportar mayor valor añadido.
- Estrangulamiento en fase de oferta que limita los servicios de valor a incluir en la misma
- Entrega, en definitiva, de servicios y productos al kilo.
El mundo del CPD es un entorno absolutamente crítico, siendo las consecuencias de los errores extremadamente graves y las responsabilidades muy altas. Sin embargo, las cosas no cambian al ritmo adecuado.
En los últimos años, en nuestra tienda, estamos recibiendo clientes que ya han pasado por otras y que, en bastantes ocasiones, hacen incluso que el viejo dicho, se quede corto.
¡El pobre siempre va varias veces a la tienda!
