Los lunes al tren
Tal vez, esta analogía ferroviaria pueda servir de buen ejemplo
Tengo un pariente no muy lejano (Fernando León de Aranoa) con quien entronco por vía de mi línea materna, que dirigió una película titulada “Los lunes al sol”, Concha de Oro en el festival de San Sebastián, y que relataba con mucho tino tiempos de precariedad laboral y desempleo.
Pues bien, en los tiempos que corren hoy, podría sugerirle a mi no tan lejano primo que manteniendo el protagonismo de los lunes plantee un nuevo guion con incidencia específica en los trenes. Algo así como “Los lunes al tren”.
En los sucesos del lunes 28, con el apagón total que sufrimos, los casos más significativos entre los millones de afectados, si exceptuamos los de primera necesidad en hospitales cubiertos en su inmensa mayoría por alimentaciones de emergencia, y los angustiosos casos de quienes quedaron encerrados en ascensores, fueron sin duda los miles de afectados que, en ese momento, se encontraban utilizando el transporte ferroviario.
No ha pasado ni una semana, cuando de nuevo se ha producido un incidente que ha afectado a un importante número de usuarios con la pérdida del servicio en la línea de alta velocidad que une Madrid con Sevilla.
Los hechos, según los relata el propio gobierno, consistieron en una pérdida de determinadas longitudes de conductores de señalización y control, fruto de un robo o de un sabotaje, a lo que siguió una pérdida de alimentación en la línea catenaria con ocasión de un enganchón que, por otro lado, niega la empresa Yrio, a una de cuyas unidades se atribuía el suceso. Al parecer, el primer evento ralentizaba la marcha, mientras que el segundo la impedía por completo
La conexión entre lo sucedido en ambos lunes me brinda la posibilidad de efectuar un par de consideraciones al respecto.
- La primera, relacionada con los retrasos y con los enganchones de catenaria, es confesar que, quien esto suscribe, no sólo le metió un retraso de hora y media al Talgo Barcelona-Madrid al averiarse el tren de pruebas en el que circulaba en esos momentos por la localidad de Ariza, sino que él solito, y sin ayuda de herramienta alguna, fue capaz de seccionar completamente la catenaria de 3000 V de Renfe (otro día explicaré cómo lo hice pero lo cierto es que el corte fue limpio, inmaculado, como si de una guillotina se tratase). O sea que, controlar el tema, lo que se dice controlar, controlo.
- La segunda es establecer un paralelismo, que puede resultar didáctico, entre el tan cacareado estos días equilibrio necesario entre la producción de energía y su consumo en términos de red general de suministro, y el que tiene lugar en términos ferroviarios.
Cuando, en mi primera etapa profesional, tuve la oportunidad de participar en ensayos de la primera unidad del Metro de Madrid con propulsión electrónica, para lo cual nos habían asignado la remodelación de una de las antiguas unidades de la serie 1000, resulta que para probar el frenado por recuperación nos íbamos a un ramal (creo que se trataba de Opera-Norte) donde debido a la pendiente existente nos permitía bajar con casi todo el trayecto en modo de frenado.
Pues bien, para “compensar” nuestra inyección de corriente a la línea, debíamos coordinarnos con otra unidad que, de forma simultánea, realizase el recorrido ascendente en sentido contrario al nuestro absorbiendo nuestro “exceso” de energía. Si esta simultaneidad no ocurría, la inyección de corriente a la línea producía un incremento de la tensión que, al alcanzar su nivel máximo permitido, producía la anulación de nuestro frenado por recuperación para pasar a volcar esa energía en forma de calor sobre resistencias, a modo de banco de carga. Se trata de un ejemplo muy simple de lo que ocurre cuando existe una descompensación entre producción y consumo que ha tenido un ejemplo tremendo hace sólo unos pocos días.
Espero que esta analogía ferroviaria pueda servir de buen ejemplo, confiando, también, en que la confesión que acabo de hacer no le sirva a alguno que yo me sé para encontrar en mi persona al culpable que tanto andan buscando., aunque entre mis antepasados, además de los del apellido Aranoa, pueda tener otros con el de “Privado”. Lo mío sucedió hace 40 años y el delito ya está del todo prescrito.
Por lo demás, tendremos que permanecer muy atentos al lunes 12, para ver si continúa esta serie y si, de verdad, le tengo que sugerir muy seriamente a Fernando lo de “Los lunes al tren”.¡Al tiempo!
Y, eso sí, como a todo en la vida se le puede sacar algo positivo, el gran apagón nos sirvió para reducir drásticamente el número de electrocuciones. ¡Somos grandes!
