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Los proyectos Frankenstein

POSTED BY Jon Mikel López 10 de abril de 2019

El apelativo Frankenstein suele utilizarse cuando alguien quiere describir una mezcla de cosas sin aparente relación entre ellas, tomando este nombre del innominado monstruo creado, utilizando partes de distintos cadáveres, por el Dr. Frankenstein en la novela de Mary Shelley.

El apelativo Frankenstein, repetidamente utilizado en diferentes sectores, comida, ciencia o incluso política, es totalmente aplicable a ciertas viejas costumbres en el sector de los Data Centers. La que podemos definir como “Proyectos Frankenstein".

Se trata de una práctica por la cual el cliente solicita a los proveedores una oferta global en la que debe incluirse, desde el inicio, una propuesta de proyecto y, en ocasiones, incluso, una propuesta económica vinculante. Al obtener, con esta maniobra, distintas sugerencias o ideas para cada una de las disciplinas intervinientes, con las que el cliente va seleccionando lo que más le agrada de cada casa y compone un nuevo conjunto integrando los dispersos componentes.

Y la construcción del nuevo cuerpo, constituido por órganos de diferente procedencia, se saca nuevamente a licitación, para seleccionar el mejor postor.

La idea es genial. Te ahorras el diseño conceptual, recoges las sugerencias más originales de forma gratuita y las haces tuyas y, luego, si te he visto no me acuerdo. O sea, al que diga que hace de Dr. Frankenstein por un precio menor, pues para él el envite de componer el engendro.

Y en todo este proceso, el papel de la ingeniería muy relativo, teniendo como opciones la de cargar sus honorarios al oferente, aunque sea sólo con la intención de cubrir gastos o la de atacar el tema a riesgo, es decir, “by the face”, “de gañote” o “por la filosa”.

Y en el caso de acudir al reclamo, ¿qué hacer?

  1. ¿Ir por la vía directa, poner sexta marcha y entrar con todo, aún con el riesgo de poner tus conocimientos en manos de otros?
  2. ¿Ir con algo testimonial para no quedar descolgados, ver si algún otro va de frente y esperar a echar el resto en la oferta final?
  3. ¿Mandarlo todo y a todos a paseo?

Lo cierto es que este tipo de concursos tiene un cierto paralelismo con aquellos otros donde, existiendo un anteproyecto inicial de referencia, en la fase de oferta hemos descubierto errores importantes en el diseño. ¿Qué hacer entonces?

  1. ¿Advertirlo en la intención de que esa advertencia puede sumar puntos a la hora de resultar elegidos, aun a riesgo de facilitar esa capacidad de diagnóstico al resto de contendientes?
  2. ¿No hacerlo y esperar a ver cómo discurren los acontecimientos?

Pues bien, a lo largo de los años, hemos tenido ejemplos de ambas opciones, sólo que en más de una ocasión en la que se ha advertido el error, no sólo no nos hemos llevado el pedido, sino que el proyecto ha continuado hacia adelante sin que tales errores, algunos de ellos evidentes, se hayan corregido. ¡Fantástico! Algo así como si el Dr. Frankenstein, puesto a elegir entre un riñón sano y otro ya advertidamente perjudicado, haya tomado la opción de este último.

De manera habitual y en un corto plazo es necesario intervenir y realizar un nuevo trasplante de riñón que, mejorando algo esa dolencia tampoco arregla el desconcierto entre otros órganos. Por supuesto con el riesgo y sobrecosto asociado, lo que acaba siendo algo más parecido a la genial película “El jovencito Frankenstein” que a la gestión de una instalación de extremada criticidad.

Llevamos ya bastantes años observando los movimientos de determinados usuarios de data center, eso sí, afortunadamente una minoría, que, posesos de un frenesí cortoplacista, alientan las prácticas del ahorro suicida sin disponer, ni de profundidad campo en la visión, ni de criterios soportados por el concepto TCO. Y, al final, construcciones más caras y peores, pero, eso sí, de novela, aunque sea de terror.

Jon Mikel López