Por un lado, la inicial y tardía respuesta de quienes tienen en sus manos la obligación y el poder para gestionar una crisis sanitaria como la actual y cuya actuación ha sido, en general y a nivel internacional, digamos que francamente mejorable, pero, por otro, la respuesta posterior de una sociedad civil que, cuando ha tenido que demostrar su nivel, lo ha hecho, pero no como cabría desear sino todo lo contrario.

Ante cualquier cosa que suceda, tenemos la costumbre de quejarnos siempre de los gobernantes (¿Piove? ¡Porco Governo!) pero cuando el asunto pasa a nuestras manos, la verdad es que no podemos hacerlo peor.

En una publicación reciente, incluíamos una probable curva de evolución dadas las actuales circunstancias y la respuesta del personal de a pie.

^{Gráfico. Proceso con fuertes restricciones periódicas | Fuente: IEEE}

El parecido de la curva con la realidad es muy alto y muestra cómo, si antes no aparece alguna solución milagrosa en forma de vacuna, nos veremos abocados a repetir la operación una y otra vez.

Lo dicho, nos quejamos siempre de los mismos, y la mayoría de las veces con razón, pero les estamos dando pie para que sean ellos los que nos devuelvan sus, plenamente justificados, lamentos. Poner, una y otra vez, el “resistiré” del Dúo Dinámico, está muy bien para crear ambiente y para hacerse notar en el patio vecinal, pero eso no nos libra de cumplir con los elementales deberes de prevención que, además, deberían extenderse en modo 24x7, como los data centers.

Si seguimos así, no tardaremos en constatar cómo todo este proceso, y los que vendrán, en permanente compañía de negacionistas, “aprovechateguis” y demás caterva de especímenes varios, está perfectamente aderezado con un ruido y una confusión que van a provocar que, más que a una pandemia, esto empiece a parecerse, si es que no lo ha hecho ya, a un pandemónium.