El hecho es que LinkedIn, que dispone de los datos sobre el tiempo que llevo en este proyecto, de repente, decide difundir este hecho con un criterio, al menos, discutible.

Acepto que hace un año pudiesen haber comunicado una cifra redonda, y clásica, como pueden ser los 25 de unas bodas de plata. Vale que se publiquen los 10 como incremento de 1 a 2 en el número de dígitos, incluso los 5 de un primer lustro, pero estos 26 no veo yo por dónde encajan.

Reitero mi agradecimiento a quienes me han expresado su apoyo, pero les pido que me perdonen por no ser capaz de parar este tipo de cosas que se me van de las manos. Bastante tienen con seguir las publicaciones que, semanalmente, lanzo por ese canal como para tener que soportar un sinfín de mensajes de esta otra índole que, a veces, resultan rayanos en el mal gusto, como el hecho de que hasta hace bien poco me haya seguido llegando el mensaje para que felicite a gente que ya ha fallecido, como fue el caso de mi admirado Forges (ver “Un nuevo algoritmo en el cumpleaños de Forges”).