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Conviene no olvidar las cosas. Más sobre el apagón.

POSTED BY Garcerán Rojas 10 de July de 2025

El apagón del 28-A sigue generando sombras: 147 muertes, advertencias ignoradas y acusaciones cruzadas en el Congreso.

Suele ser muy corriente que si a uno le sucede algo fuera de lo habitual, dentro del terreno de lo visible, cuando sales a la calle no ves otra cosa que gente en tus mismas circunstancias. Si tienes el brazo escayolado, aparecen por doquier escayolados, si acabas de conocer que te encuentras embarazada, todo por la calle son embarazadas, si pierdes el pelo, todos calvos, y así sucesivamente.

Quizá por ello, de un tiempo a esta parte uno anda especialmente sensible con el tema de los lunes (ver “los lunes al tren I, II y III”) y el de los apagones.

Pues hablando de apagones, lo último sonado ha sido el apagón casi general sufrido en la República Checa hace sólo unos días. Nos viene bien este tipo de cosas para que no se nos olvide que aquí hubo uno bien gordo y que, enfriando el asunto con el paso del tiempo, los responsables, que los hay y muy claros, están pretendiendo marcharse “de rositas” (ya se reconoce oficialmente el fallo en Red Eléctrica, pero sumido entre otra serie de responsabilidades repartidas de forma algo aleatoria).

A diferencia de nosotros, los amigos checos ya han dado una explicación convincente y detectado el punto donde se produjo la avería (avería física a diferencia de nuestro caso que a todas luces fue un error en el control de la situación).

Sobre nuestro apagón podríamos estar hablando siglos y, probablemente, repitiendo argumentos desde distintos puntos de vista, pero hoy quiero hacer dos observaciones nuevas en estas líneas.

La primera, la reciente publicación del dato sobre una investigación que, al parecer, ha detectado 147 muertes adicionales tras el apagón del 28 de abril

Los expertos todavía no pueden establecer vínculos directos entre el aumento y el corte del suministro eléctrico, pero sí confirman el exceso de mortalidad. Lo cierto es que los datos están cogidos con pinzas y el razonamiento chirría bastante, pero nos sirve para que el asunto madre no se enfríe.

A lo que sí quiero dedicar el final de estas consideraciones de hoy es a un hecho que ha sido difundido en bastantes medios y es la comparecencia en el congreso del ingeniero Fernando Ley Llano quien advirtió a los presentes de los riesgos que se estaban asumiendo con la evolución observada en el mix energético y la desaparición de energías “sólidas” que garanticen la estabilidad del conjunto del sistema. La declaración tuvo lugar el 11 de marzo y mes y medio después se produjo exactamente lo que Fernando había anticipado.

Y el tema no queda ahí, sino que por lo dicho en aquel foro fue acusado de haberse “reído de la descarbonización, de las barreras de género y del cambio climático”, y tildado de “practicante del negacionismo climático con cosas muy serias” así como de elaborar undiscurso ideológico en lugar de científico”.

La principal acusadora fue una diputada socialista de nombre Obdulia. Por tanto, como yo estuve (y estoy) plenamente de acuerdo con la exposición del Sr. Ley, pues, a los ojos de la Sra. Obdulia, debo ser negacionista, carbonoideo, machista y, sobre todo, muy poco científico. Y hasta ahí podíamos llegar.

El nombre Obdulia no es muy habitual (tiene gracia que esto lo diga alguien que se llama Garcerán) por lo que se me ha ocurrido buscar alguna explicación en su etimología y me he encontrado con dos fuentes. La primera proveniente del árabe Abdullah (sierva de Dios) lo cual no me permite inferir, para el caso, cosa alguna digna de mención. La segunda proveniente del latín “obedire/obedientia”, es decir, Obdulia sería algo así como “obediente y sumisa” y eso sí que encaja más con las actitudes y palabras expresadas.

Aunque, de verdad, a lo que realmente me suena a mí el nombre Obdulia, es a una canción, de principios de los 70, de los inefables Tip y Coll ya aludidos en estas páginas recientemente (ver “El Romancero Gitano y el Apagón”) cuyo estribillo decía:

“Obdulia, Obdulia, Obdulia,

capullito de alhelí,

capullito de otra cosa,

capullito, capullí”.

Por cierto, la cara B de aquel disco era otro divertimento llamado “Flandis Mandis” al que, quizás, dedique un espacio en otro momento.

Garcerán Rojas